Algunos “enterradores” no
quieren caer en la cuenta. UPyD, no es otro partido al uso; es -o pretendemos ser- una
organización política diferenciada. Por eso no respondemos a ciertos “estímulos”
tan habituales en otras esferas. Tampoco se nos puede medir con los mismos
parámetros. La vara de UPyD es única, innovadora y en las actuales
circunstancias -hemos demostrado con hechos que vamos en serio- revolucionaria,
y eso, “asusta” al sistema.
Mucho menos estamos doblegados
a la pesada carga que supone arrastrar cadenas, baúles ajenos o matrimonios de
conveniencia. Somos libres, independientes y carecemos de prejuicios. Tampoco
nos mueve la desmesurada ambición por alcanzar cargos y poder. Practicamos la
paciencia, conscientes de que las prisas son pésimas compañeras de viaje, y
allí donde queremos llegar, sólo se accede
por el camino de la perseverancia y del sentido común.
Hablamos claro, sin eufemismos,
sin trampas ni cartón. Es la manera de expresarse del pueblo a quienes
pretendemos servir: es el idioma de la calle, que exige soluciones a sus
problemas y unos representantes entregados, responsables y eficientes.
Nacimos porque nos lo pedían a
gritos para regenerar una democracia
maltrecha y corrompida por quienes han devaluado el noble ejercicio de la actividad
política, por quienes confunden la política con un instrumento para satisfacer
sus deseos e intereses personales o de partido. El español –digo bien-
protagonista y receptor principal de las libertades públicas en el orden
constitucional, no puede ser tratado como una marioneta en manos de
tergiversadores de normas, profesionales de la especulación y del cambalache,
bajo cuya cobertura se cometen toda clase de injusticias y fechorías.
El nefasto bipartidismo y la
oligarquía imperante, son culpables de una gangrena destructiva y voraz que
UPyD no quiere alimentar uniéndose al “festín”. Si estamos aquí -y esa es
nuestra razón de ser- precisamente es para erradicarla y acabar con la bicoca
de unos pocos que llevan años “exprimiendo y saqueando” a la mayoría del país.
Los mismos, que ante el empuje de corrientes innovadoras, pretenden “dar una
mano de cal a las fachadas” para seguir engañando y que en el fondo, todo siga
igual.
Defender unos valores y unos
principios, los de UPyD -hoy plenamente vigentes- es lo que me impulsó a saltar
al ruedo político de una forma más activa. Vocación de servicio público lo
llaman algunos. Y cuando esa intención es la que justifica una actitud o un
comportamiento, está claro, al menos para mí, que existe un orden de
prioridades –respetando la de otros- que pasa por resistirse a descafeinar o
diluir la idea original, aunque tal “porfía” lleve aparejada atravesar un
desierto con la cantimplora medio vacía.
Tras el azote del viento
“asirocado”, una vez el puzle político de este país se recomponga, estoy
seguro, que el "oasis" de UPyD seguirá manteniendo indemne sus coordenadas
estratégicas.
Así es.
ResponderEliminarPara reproducir las taras de los partidos ya conocidos, que se arriman a lo que sea con tal de escalar posiciones, para dejarse llevar por la impaciencia, por la frivolidad o por las modas, ya están los otros.
ResponderEliminarQue los españoles escojan.
Mejor muertos que seguir alimentando la charca putrefacta que han convertido la política los partidos dominantes... y los mass media (que no hay que olvidar su complicidad en el desastre actual)