Emilio Guerra
Al ver a la señora Garbín en rueda de prensa, mostrando con orgullo y altivez el censo de Melilla, el mismo al que se le prohíbe e impide acceder a muchísimas familias locales, comprobé la elevada inopia munícipe en un tema tan sensible como la pobreza.
Las organizaciones humanitarias en primera línea de acción para combatir la miseria, no miran el censo, tampoco la nacionalidad, mucho menos el color o su origen. Y esas importantes instituciones, están desbordadas, necesitan más apoyo y aporte de alimentos, ropa y cualquier otro tipo de ayuda. Pero la consejera de Bienestar Social, se aferra al censo para demostrar que su responsabilidad acaba en esos mil lactantes recogidos, fríamente ajena a la realidad social, aquella que demuestra que la cifra es sencillamente el doble. Mientras tanto, los excluidos, siguen apostados en las esquinas de la ciudad, para vergüenza de todos.
Al ver a la señora Garbín en rueda de prensa, mostrando con orgullo y altivez el censo de Melilla, el mismo al que se le prohíbe e impide acceder a muchísimas familias locales, comprobé la elevada inopia munícipe en un tema tan sensible como la pobreza.
Las organizaciones humanitarias en primera línea de acción para combatir la miseria, no miran el censo, tampoco la nacionalidad, mucho menos el color o su origen. Y esas importantes instituciones, están desbordadas, necesitan más apoyo y aporte de alimentos, ropa y cualquier otro tipo de ayuda. Pero la consejera de Bienestar Social, se aferra al censo para demostrar que su responsabilidad acaba en esos mil lactantes recogidos, fríamente ajena a la realidad social, aquella que demuestra que la cifra es sencillamente el doble. Mientras tanto, los excluidos, siguen apostados en las esquinas de la ciudad, para vergüenza de todos.
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