Emilio Guerra
Los insultos en el Congreso contra nuestra diputada Rosa Díez, de los intransigentes de siempre, de quienes no tienen otra fuente argumental para debatir y contrarrestar las afirmaciones y demostraciones hechas por UPyD ante la patente discriminación lingüística que se sufre en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Baleares, son un claro ejemplo de la sinrazón y locura que nos está llevando a una ruptura social galopante, que atenta contra la libertad y la cohesión de los españoles.
El partido socialista que lidera Rodríguez Zapatero -que persiste en negar que el castellano se esté aislando en las comunidades bilingües- continua asociado y apoyando las tesis de los nacionalismos excluyentes, con una política errante y subordinada al chantaje político de quienes no quieren al Estado ni tienen ningún deseo que seguir formando parte, de lo que hasta ahora, siempre hemos llamado España. El PSOE, hace tiempo que dejó de servir a los intereses nacionales; campean felices, plegándose a las modas y caprichos de las periferias, anteponiendo el apetito del poder por encima de cualquier otra circunstancia, pagando cualquier precio político en ese lamentable contubernio, lo que nos obliga a agitar la bandera de la justicia en defensa de los más elementales valores y derechos de los ciudadanos.
Hay que reformar la desigual y añeja Ley Electoral, que prima a los que aprovechan el Estado de Derecho para precisamente ir contra él. No hay razonamiento posible para seguir manteniendo los privilegios que tienen los partidos nacionalistas; prerrogativas que les permite una sobrerrepresentación en el Parlamento, machacando así el principio de igualdad consagrado en la Constitución y haciendo prisioneros a los ambiciosos que tienen la obligación de gobernarnos.
Los insultos en el Congreso contra nuestra diputada Rosa Díez, de los intransigentes de siempre, de quienes no tienen otra fuente argumental para debatir y contrarrestar las afirmaciones y demostraciones hechas por UPyD ante la patente discriminación lingüística que se sufre en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Baleares, son un claro ejemplo de la sinrazón y locura que nos está llevando a una ruptura social galopante, que atenta contra la libertad y la cohesión de los españoles.
El partido socialista que lidera Rodríguez Zapatero -que persiste en negar que el castellano se esté aislando en las comunidades bilingües- continua asociado y apoyando las tesis de los nacionalismos excluyentes, con una política errante y subordinada al chantaje político de quienes no quieren al Estado ni tienen ningún deseo que seguir formando parte, de lo que hasta ahora, siempre hemos llamado España. El PSOE, hace tiempo que dejó de servir a los intereses nacionales; campean felices, plegándose a las modas y caprichos de las periferias, anteponiendo el apetito del poder por encima de cualquier otra circunstancia, pagando cualquier precio político en ese lamentable contubernio, lo que nos obliga a agitar la bandera de la justicia en defensa de los más elementales valores y derechos de los ciudadanos.
Hay que reformar la desigual y añeja Ley Electoral, que prima a los que aprovechan el Estado de Derecho para precisamente ir contra él. No hay razonamiento posible para seguir manteniendo los privilegios que tienen los partidos nacionalistas; prerrogativas que les permite una sobrerrepresentación en el Parlamento, machacando así el principio de igualdad consagrado en la Constitución y haciendo prisioneros a los ambiciosos que tienen la obligación de gobernarnos.
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