“En la Ciudad Autónoma impera el caos económico y casi la quiebra técnica, de la que nos hemos salvado ya en innumerables ocasiones gracias a los préstamos con entidades financieras, lo que agrava aún más el endeudamiento público que padecemos”. Así de contundente era Emilio Guerra al referirse de nuevo a la situación económica de la ciudad.
La situación global en su conjunto, la pésima gestión de la crisis por parte de los socialistas en la última legislatura a nivel nacional y la calamitosa e incompetente actividad en ese sector de los políticos locales, son para el líder de UPyD en Melilla, las causas fundamentales de que ahora comencemos a “ver las orejas al lobo”, cuando los municipios están viendo recortados sus ingresos, lo que pone en peligro el equilibrio de unos presupuestos siempre irreales y maquillados.
El gasto público en Melilla, continuaba Guerra, está disparado porque nunca se ejerció con responsabilidad un mínimo control sobre él. Algunos políticos piensan que el Ayuntamiento es una “fábrica de generar billetes”, lo que unido al desinterés por el futuro, pone en grave riesgo a las próximas generaciones, en una ciudad que debería ser modélica en muchos aspectos.
Pocas inversiones existen que no estén financiadas directa o indirectamente por el sector público, pocos trabajos se ofertan que no estén propiciados o subvencionados por el aparato clientelista del Estado, ya fuese local o nacional. Para el coordinador de UPyD, esas son cuestiones siempre a considerar e incluso necesarias en muchas ocasiones, pero no es la solución al problema ni la forma de generar riqueza. Eso sí, apostillaba, “es lo más cómodo para políticos con pocas ganas de trabajar instalados en la pompa y el boato”.
La regeneración democrática que proclama UPyD es muy necesaria en Melilla para Emilio Guerra. “Tenemos que cambiar el modo de hacer la política” y sobre todo cambiar la actitud de políticos locales, que se han convertido en una simple “casta de privilegiados feudales”, dejando en segundo plano los intereses de los ciudadanos a quienes representan y a quienes se deben.
No se puede seguir perdiendo el tiempo en los temas económicos, concluía el upedista, como hacen ahora los responsables de ambas administraciones, que solo se ocupan de alimentar un enfrentamiento permanente, de especular alegremente con la caja del estado y de salir a la palestra pública -sólo cuando hay elecciones- para ofrecer pobres medidas que se difuminan después de las citas electorales.
La situación global en su conjunto, la pésima gestión de la crisis por parte de los socialistas en la última legislatura a nivel nacional y la calamitosa e incompetente actividad en ese sector de los políticos locales, son para el líder de UPyD en Melilla, las causas fundamentales de que ahora comencemos a “ver las orejas al lobo”, cuando los municipios están viendo recortados sus ingresos, lo que pone en peligro el equilibrio de unos presupuestos siempre irreales y maquillados.
El gasto público en Melilla, continuaba Guerra, está disparado porque nunca se ejerció con responsabilidad un mínimo control sobre él. Algunos políticos piensan que el Ayuntamiento es una “fábrica de generar billetes”, lo que unido al desinterés por el futuro, pone en grave riesgo a las próximas generaciones, en una ciudad que debería ser modélica en muchos aspectos.
Pocas inversiones existen que no estén financiadas directa o indirectamente por el sector público, pocos trabajos se ofertan que no estén propiciados o subvencionados por el aparato clientelista del Estado, ya fuese local o nacional. Para el coordinador de UPyD, esas son cuestiones siempre a considerar e incluso necesarias en muchas ocasiones, pero no es la solución al problema ni la forma de generar riqueza. Eso sí, apostillaba, “es lo más cómodo para políticos con pocas ganas de trabajar instalados en la pompa y el boato”.
La regeneración democrática que proclama UPyD es muy necesaria en Melilla para Emilio Guerra. “Tenemos que cambiar el modo de hacer la política” y sobre todo cambiar la actitud de políticos locales, que se han convertido en una simple “casta de privilegiados feudales”, dejando en segundo plano los intereses de los ciudadanos a quienes representan y a quienes se deben.
No se puede seguir perdiendo el tiempo en los temas económicos, concluía el upedista, como hacen ahora los responsables de ambas administraciones, que solo se ocupan de alimentar un enfrentamiento permanente, de especular alegremente con la caja del estado y de salir a la palestra pública -sólo cuando hay elecciones- para ofrecer pobres medidas que se difuminan después de las citas electorales.
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