“La
corrupción en España tiene raíces institucionales muy profundas”, así
se lee en una reciente editorial de la web de UPyD, y hay que decirlo
así, con toda claridad, porque debemos acertar en el diagnóstico de la
“enfermedad” y emprender el tratamiento más efectivo y contundente en la lucha
contra lo que pone en grave riesgo nuestro sistema democrático y de valores.
Pero ocurre que hasta ahora,
o bien no se ha querido reconocer el problema, o bien se pretende solucionar
con acciones superficiales cara a la galería. Existen demasiados miedos y
prejuicios de los grandes partidos, que en este tema, han pecado de anteponer
el interés personal o partidista al interés general, y eso, debe terminar, ya
que de lo contrario, nunca acabaremos con la corrupción que asola el escenario
político e institucional español.
Lo he dicho muchas veces,
cuando un asunto político acaba en los juzgados, hay que reconocer que los
actores correspondientes han fracasado haciendo su trabajo, o sea, haciendo
política.
Todo el mundo tiene derecho
a acudir a los tribunales cuando lo considere oportuno. Están ahí para resolver
controversias, pero en ocasiones, esos litigios son evitables si dejáramos “aparcadas”
las soberbias o los inútiles pulsos personales.
Me preocupa, después de los
últimos acontecimientos en Melilla, con esa especie de vorágine de querellas de
unos contra otros, que el Gobierno de la Ciudad acabe “bloqueado” y se impida
su normal funcionamiento, preocupados en exceso por atender algo que no sea
distinto a los problemas reales y acuciantes de la ciudadanía, como es el paro,
pobreza, marginación, exclusión social, el acceso a una vivienda digna, los
transportes, etc.
Creo, en mi modesta opinión,
que todo esto se podría haber evitado, si el Presidente de la Ciudad, hubiese
atendido las demandas de mayor transparencia en la gestión política de su
Gobierno, y sobre todo, hubiese administrado mejor los tiempos de una
legislatura a la que todavía le queda camino por recorrer.
El Sr. Imbroda, tiene un
equipo de colaboradores que han cometido muchos errores; errores que no han
sabido reconocer. Un Ejecutivo que está más que amortizado y le crea a diario
continuos problemas y quebraderos de cabeza.
Hace tiempo que el Sr.
Imbroda debería haber realizado una remodelación del mismo. Con eso, se podrían
haber evitado muchos de los problemas existentes o de los que habrán de llegar
en el futuro.
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