11/6/13

"Apatrullando" las playas de mi ciudad

Se me ocurre semejante título -haciéndome retomar las entradas de este blog- al respecto del revuelo provocado por la “discreta” incursión -según fuentes oficiales- de una lancha o barco patrulla de la gendarmería marroquí en las playas melillenses, persiguiendo inmigrantes, o el tráfico de estupefacientes; o las dos cosas, que a la hora de encontrar detalles muchas versiones circulan.

Asunto novedoso desde luego, pues no recordaba yo incidentes de ese tipo desde que, hace años ya, algunas patrulleras del vecino país entraran en nuestra dársena a discreción, persiguiendo barcos de recreo dedicados a la pesca deportiva en lo que ellos consideran “sus aguas”. Y he aquí el “quid” de una cuestión revestida de mucha enjundia, auténtico tabú para todos los Ejecutivos españoles desde que se instauró la democracia.

No pretendo entrar en razonamientos y argumentos legales sobre las aguas jurisdiccionales de Melilla -si es que de verdad las tenemos-  porque claro, eso queda para el Derecho Internacional Público, un derecho que siempre digo, es el más “confuso, descafeinado y desconcertante de todos”, ya que lejos de regular comportamientos como cualquier norma positiva de orden interno; aquí, eso de que las partes sean estados “sujetos soberanos”, conduce a interpretaciones bastante unilaterales de acuerdos y tratados, según “convenga” a determinados intereses de unos y otros.

Claro que estamos hablando también del desembarco, con nocturnidad, de agentes policiales marroquíes uniformados en tierra firme melillense como consecuencia de ese “afán y celo profesional” fruto del “calor del momento”, siempre citando los muchos eufemismos utilizados con el Gobierno local, ratificados por cierto, por el Subsecretario del Ministerio del Interior en reciente visita a la ciudad.

Eché de menos que apareciera el “lumbreras” de turno y nos "lanzara" aquello del “paso inocente”, que define el tránsito marítimo por aguas de otro país que no es "perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad de los estados ribereños".

Incluso, abundando en la indefinición histórica que nos caracteriza, podrían discutirnos hasta qué parte de los dos Estados –España y Marruecos- es la que cede en realidad el derecho de "paso inocente", cuando hablamos de las aguas que bordean el litoral melillense y su salida a alta mar.

No me negarán que, cuanto menos, estamos ante una situación un tanto anómala, que de haberse producido en orden inverso –patrullera española penetra en la Mar Chica, o en las luminosas playas de Saidía persiguiendo narcotraficantes- estaríamos ahora dando explicaciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y por supuesto, con los embajadores “llamados a consulta”, además de soportar las pedradas e improperios en la frontera de Beni Enzar, por parte de los “tradicionales” agitadores que pretenden “liberar” Melilla del “yugo opresor” español.

Así que, en justa medida, aun entendiendo que no debemos dramatizar en exceso rasgándonos las vestiduras, ni tampoco “sacar al soplo las banderas y guiones del sentimiento patrio” -los mismos que dejamos bien doblados en el baúl para otras cosas- es normal pedir a nuestro Gobierno, el que preside D. Mariano Rajoy, salga del habitual “relajo o empanada” y pida al menos –sin acritud-  “discretas” explicaciones diplomáticas al amigo y estrecho colaborador contiguo. Más que nada, para saber a qué atenernos en el futuro. 

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