1/3/11

UPyD, la voz


Recuerdo que en noviembre de 2007, cuando nos presentamos ante la sociedad local, algunos cronistas, decían que habíamos nacido desde el rencor. Todavía me estoy preguntando a qué aversión u ojeriza se referían, y si seguirán aplicando los mismos calificativos a quienes osen irrumpir legítimamente en el pútrido escenario político local con la idea de ofrecer algo diferente, o al menos, otra cosa a los hastiados melillenses.
Sí, infectado y pestilente, devaluado y repleto de descrédito. No puedo definir de otra manera lo que piensan muchos ciudadanos, aunque su inmensa mayoría, calle por miedo a significarse ante las siempre amplias antenas del poder. Por suerte, en UPyD perdimos esa actitud reprimida y tratamos de crear opinión, para alzando la voz, convertirnos en conciencia y bandera de aquellos que desean fervientemente un cambio político que aporte frescura, democracia y libertad.
Parece anacrónico que en un país como España, con una Constitución desde 1978, que la convierte –art. 1º- en un “Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”, estemos reivindicando todavía lo que supuesta y teóricamente quedó conseguido y refrendado hace ya más de treinta años.
¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha salido mal? ¿Dónde ha fallado el sistema? Buenas preguntas sin duda para analistas, porque ya poca gente se cuestiona la caducidad y el agotamiento de un pervertido marco normativo, repleto de leyes trampa, creadas por la ingeniería legal, al servicio de intereses muy alejados, en muchos casos, del de los ciudadanos.
Cuando la corrupción impregna la vida política, económica y social, hay que asumir el fracaso, reconocerlo y tener la suficiente valentía para emprender su regeneración. Un fiasco más perceptible, si cabe, en pequeñas poblaciones como la nuestra, donde el nepotismo y el despilfarro de los escasos bienes públicos, es emblema e instrumento habitual de quienes ejercen el poder; que además, actúan con absoluta impunidad para desesperación del pueblo, que observa impotente como le expolian sus recursos en unos momentos económicos de imperiosa necesidad.
Los trileros y embaucadores, siempre están al acecho, forman parte del entorno; de manera, que no debe extrañarnos su irrupción y la venta de pócimas mágicas o viejos conjuros. Por otro lado, quienes disfrutan de los privilegios de la clase oligárquica dominante, defienden lo público como si de la herencia personal o privada se tratase, e incluso, disponen de la sucesión como cualquier república bananera o feudo sátrapa.
Al ciudadano que apuesta por la libertad y la democracia, cada vez le queda menos espacio, menos control sobre los dirigentes y un peligroso desánimo del que debe salir para recuperar la importancia y el peso que le corresponde en un sistema limpio y justo.
Mientras tanto, Unión, Progreso y Democracia, seguirá siendo la voz reivindicativa de todas esas personas de buena voluntad, defendiendo el interés de la generalidad por encima de colores partidistas o clanes familiares. Buscando la transformación, la regeneración democrática y el saneamiento del sistema.

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