19/7/10

Pena, penita, pena


La frase, título de una tonadilla de Quintero, León y Quiroga -que todos recordamos en voz de Lola Flores- repetida varias veces ayer en el Pleno del Debate del Estado de la Ciudad, podría definir perfectamente el sentir generalizado de quienes seguimos en directo un acto, cuya solemnidad, calado e importancia ha perdido valor, sobre todo, en una aciaga legislatura que va tocando a su fin.
No voy a decir que asistiese “ilusionado” a una Asamblea, de la que ya hemos repetido y reiterado sirve para bien poco, por cuanto nadie se cree que en ese recinto se defiendan los intereses de la ciudadanía; mucho menos, que los melillenses puedan sentirse representados en su soberanía. Nada de eso ocurre entre esas cuatro paredes, fundamentalmente por la ineptitud, incompetencia y escaso sentido de la democracia de quienes tienen la obligación de cubrir los 25 escaños, tras mandato recibido de las urnas.
Con un “corsé” irrisorio y ofensivo, al respecto del tiempo dedicado a las intervenciones, teniendo en cuenta la supuesta relevancia de un Pleno, donde debe analizarse la situación de la ciudad en su conjunto tras un año de gestión, poco podríamos esperar de quienes querían “cubrir el trámite y hacerlo tan insoportable” que incluso aumentaron el sopor, dejándonos sin aire acondicionado en las dos horas y media de duración.
Imbroda, soltó su clásico relato y relación de obras, rotondas, saneamientos y asfaltados que para él, suponen el “sursum corda” de la buena gestión política. Lo típico de los regímenes totalitarios de antaño: mucha fachada –menos mal que aquí no hay sitio para construir presas y pantanos- que provoquen la admiración, pero sin el menor interés por abordar medidas más efectivas y necesarias, aunque menos populistas. No es broma cuando les digo, que a nuestro alcalde le encantaría mandar construirse una gran pirámide, para como la gran mayoría de los faraones, pasar a la historia simplemente por el magno y personalista monumento, y no por lo que hizo o dejó de hacer a favor o en detrimento de su pueblo.
Casi se me “saltan las lágrimas” cuando Dionisio Muñoz enarboló la bandera de la regeneración democrática, haciendo un discurso eminentemente político, enfatizando en todo aquello que ahora pervierte y corrompe la actividad, tanto del gobierno como de la Asamblea. Por un momento pensé que el socialista estaba leyendo el ideario progresista de UPyD, y que de un momento a otro, iba a hacer suyo también nuestro lema de “lo que nos une”. Otra pena, que sabiendo hacer oposición -como demostró ayer Muñoz- el grupo que lidera, haya dado siempre ejemplo de una pésima capacidad y eficiencia en su principal misión, como es el control a los desmanes, cada vez más clamorosos del ejecutivo del Sr. Imbroda.
Aberchán y CpM, ya no tienen discurso político, pero sí recorrido electoral –incongruencias de la democracia- Creo que las “alergias, odios y brotes perniciosos” que impregnan las nulas relaciones con el gobierno popular, se transmiten a la ciudadanía, dejando eclipsada cualquier otra proposición o intención que les pueda motivar.
Afortunadamente, ha sido el último Debate del Estado de la Ciudad de la legislatura 2007/2011. Para el próximo, habrá una nueva y refrescante voz en el seno de la Asamblea, otro talante, otra idea de hacer política y de ejercer esa responsabilidad: la de UPyD.

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