El PP de Imbroda -en Melilla no existe otro- usa la campana para tocar a rebato cuando llegan las elecciones y así movilizar sentimientos añejos del siglo XIX, pero a lo largo de la legislatura, se olvida de muchos de esos electores practicando una política de favoritismos con ciertos sectores musulmanes para ganarse sus simpatías y así aumentar la red clientelar. Es la hipocresía en grado sumo, un disfraz de carnavales que se volverá en su contra tarde o temprano.
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