Por esta tierra, son unos cuantos quienes creen poseer -a titulo de propiedad- la vara que mide, a su juicio o criterio, la única y verdadera democracia. Y sinceramente, estoy un tanto hastiado de tal actitud abusiva, porque llegar a considerar “de tu exclusivo manejo” semejante concepto, es el primer paso para la tiranía o el totalitarismo.
Viene a cuento lo anterior, porque el “empacho asambleario” de ciertos sectores -que en el fondo no es más que un escudo o parapeto para seguir negando la realidad- producido como consecuencia del “discriminatorio y elitista” uso de las mayorías, comienza a alcanzar tintes dantescos y dramáticos.
UPyD, pese a no tener escaño en la Asamblea, representa a un puñado de melillenses con los mismos derechos que los demás. Definimos y concretamos una opción política de ámbito nacional. Estamos presentes en la sociedad local y articulamos un movimiento renovador de inquietudes ciudadanas, serio y muy definido, del que evidentemente se puede disentir como de cualquier otra corriente de opinión, sin que ello sea motivo para la exclusión y el destierro.
Cualquier intento de vaciar de significado lo anterior, por el antojo de colocar el “metro democrático” allí donde relativamente nos plazca o interese, es de esos errores que al final, emiten factura y dejan profundas secuelas.
La respuesta a las declaraciones del primer ministro marroquí Abbas El Fassi, para con las ciudades de Ceuta y Melilla, debería haber provocado la respuesta unísona de todas las fuerzas políticas locales, en un ejercicio de sensibilidad y solidez, por algo que evidentemente, “nos une” a todos, incluidos los que no formamos –de momento- parte de algunas instituciones. Pero no ha sido así. Son tan torpes, tan incompetentes, tan chapuceros, que no han sabido dar satisfacción a algo, que seguramente, hubiese complacido a los votantes que les otorgaron la posibilidad de estar hoy en la Asamblea presumiendo y alardeando de mayorías.
UPyD, es minoría, y ese estatus político que nos transfiere el pueblo a través de las urnas -que no se les olvide a quienes tienen perdido el horizonte- también es democracia, porque defendemos sus valores y sagrados preceptos, jugando un papel como mínimo, a respetar. Nosotros, habríamos firmado sin pestañear esa declaración conjunta, buscando cuantas más firmas mejor en el mismo folio, porque lo importante, lo responsable y sensato, de manera serena pero firme, era estar a la altura de las circunstancias defendiendo nuestra ciudad ante quienes quieren sembrar, otra vez, un clima de inestabilidad y tensión.
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