28/11/09

Promesa y Emvismesa, por ejemplo


Ciertas sociedades y empresas públicas locales -sabido y extendido es- son un coladero de millones que tratan de descentralizarse para fines que acaban siendo muy distintos a los propugnados. No hay que analizar mucho, para darse cuenta, de cómo la sociedad pública para la promoción económica de Melilla, PROMESA, se ha convertido en un mediocre aparato de propaganda política al servicio del gobierno Imbroda. Porque verán ustedes, esos seis millones de euros de presupuesto, se justifican para crear riqueza, atraer a inversores o impulsar el nacimiento de empresas de verdad, y no subvencionar chiringuitos “zombies” que viven exclusivamente de esas generosas aportaciones. O para pagar a su bien retribuido presidente, José Mª López Bueno, que ejerce también de secretario de Empleo del Partido Popular, y no duda en dedicar parte del su jornada laboral a asistir a los Plenos de la Asamblea o a dar ruedas de prensa para predicar las excelencias de su partido y criticar las políticas económicas de Rodríguez Zapatero.
Que decir de la sociedad urbanística de carácter mercantil EMVISMESA, cuyo objeto social es la promoción, gestión del suelo y desarrollo de programas de promoción de viviendas y rehabilitación de inmuebles dentro del término municipal de Melilla.
Sinceramente, no creo que hagan mucho de eso, por lo menos que esté encaminado a paliar el grave problema que aqueja a infinidad de ciudadanos. Juegan a las casitas y se han constituido, de facto, en una especie de empresa constructora e inmobiliaria: compran y venden solares, especulan etc. Los primarios fines sociales, se han quedado en los propósitos escritos, y últimamente, abrieron el tablero del Monopoly, dando así, una nueva dimensión a sus pretensiones. Véase el caso Isla Talleres.

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