¡ Pues claro !

Mª Nieves Vida

El viernes, antes de que empezara la Feria del Mar, otra sublime invención del señor Imbroda, don José, me fui a dar un paseo por el real de la misma.
Todo bullicio, todo por acabar, trabajadores y voluntarios, se afanaban por dar los últimos toques a las casetas que van a ser el centro de reunión de toda Melilla.
Un lugar, este que han elegido para evitar el deterioro total (ya inevitable y pronto a solucionarse) del Parque Hernández, que no tiene futuro.
Y digo que no tiene futuro, porque lo que no tiene, en realidad, es espacio. Espacio para que la Feria crezca que, como en todo, debe ser una aspiración lógica, para feriantes, para la ciudad, para los que gusten de estos fastos.
v La Feria es pequeña. Le guste o no al señor Imbroda. Visitar las casetas de la feria no me llevo mas de 20 minutos.
Pero lo verdaderamente alarmante es la disparidad en los tamaños de las casetas.
¡ Claro que no hay sitio para más casetas!. No lo puede haber, si dos de las mismas ocupan la superficie de ocho.
Ellos, nuestros políticos, se han quedado con la parte del león, como en casi todo. Se han adjudicado las mejores casetas, los mejores espacios, los mejores sitios y les ha importado un bledo que otros colectivos se hayan quedado sin poder participar en la feria.
La cosa tiene delito y ahora se comprende el cabreo del señor Guerra.

Dirán, con oda la razón del mundo, que a todo le saco defectos. Es verdad, los míos son tan visibles, que la naturaleza me ha dotado de la facultad para poder ver, sin mucho esforzarme, el defecto ajeno.

El pasado año, las pocas veces que tuve la obligación de ir a la Feria del Mar (menuda cursilada de nombre), pude sentarme en casetas “con terraza”; quiero decir que no me vi obligada a meterme entre esas cuatro paredes de lona plastificada que conforman las casetas del Real de la Feria. Inenarrable la sensación que sentí el viernes, sin apenas gentes, a las diez de la noche, en una de las citadas. Cierto que han intentado arreglar semejante despropósito de casetas con tres inmenso ventiladores, pero creo que cuando estén a rebosar, poco van a aliviar el inmenso sofoco que se sufre dentro de ellas.

Claro que eso no lo van a sentir los “beneficiarios” de las inmensas casetas con terraza, o al descubierto ¡faltaría más!. Para ellos todo está bien.
Inmersa en la vorágine (como observadora) de los “caseteros”, dando los últimos toques a la caseta de sus amores, tuve tiempo de ver más defectos. Una virtud, esto mío, aunque algunos no lo consideren así. Es lógico.

Las lonas, las terribles lonas plastificadas, un año de vida, con mas suciedad que los aledaños de la frontera de Benienzar y la estructura metálica que las sostienen, con polvo adherido de haber estado mal almacenada. Un poema al mal servicio. Porque digo yo, que trabajo les hubiera costado, haberles dado con una manguera a presión y dejarlas decentes.

Eso sí, como manches el suelo de la “multifuncional”, te amenazan con fuertes multas.
Don José, ¿qué multa pagan ustedes por tener las lonas en ese pésimo estado?. Con el dineral que, seguro, les habrá costado.

Como todo no puede estar mal, por mucho que me pese (je,je), observo nuevas casetas, mejor dicho, antiguas casetas que vuelven, después de un largo periodo de tiempo, al cotarro feriante. Así me alegra ver de nuevo a “Los Inocentes”, una primigenia de las casetas melillenses. Parece ser que los hijos de aquellos primeros, han tomado el testigo y se han lanzado a la aventura ferial. Deseo y espero que conserven aquella frescura y buen saber hacer de la de entonces. ¿Estará el mudo o es ya historia?.

Me repito. La feria tiene un problema de espacio. Las casetas (todas menos las privilegiadas), son pequeñas y hace excesivo calor dentro de ella. Así que Don José, descanse de su complaciente labor y póngase las pilas para idear una solución. Necesitamos más casetas, evidentemente, más atracciones (cacharritos, que les hemos llamado siempre), más espacio para las mismas y menos calor dentro de ellas.

No me cabe la menor duda que no le faltarán ideas. Al menos eso espero