Javier Alcaide
Melillense.net
No puedo ocultar mi simpatía por Unión, Progreso y Democracia. La solvencia intelectual de sus fundadores, la categoría moral de Rosa Díez y el dinamismo de sus simpatizantes han convertido a este pequeño partido en una referencia imprescindible de la política española. Es cierto que fue apoyado por 303.535 votantes y que obtuvo un solo escaño en las recientes elecciones generales, pero las extraordinarias circunstancias de su nacimiento, la falta de financiación económica, el deliberado desinterés de la mayoría de los medios de comunicación por informar de su existencia y actividades y el aislamiento al que intentaron confinarle los grandes partidos propiciaron que, sin perjuicio de su resultado electoral, se suscitara una adhesión colectiva hacia esta organización que para muchos simboliza la independencia política y la defensa de la unidad de España.
Al contrario de lo que piensan algunos enojados lectores, la independencia no es una situación de equidistancia con respecto a las ideas de los demás. No se es independiente por poseer una determinada opinión sino por disfrutar de plena libertad para formar y expresar unas ideas sin ser coaccionado por la disciplina de un partido, la posible pérdida de una prebenda o el miedo a la soledad.
Y esta independencia política es la que ha llevado al coordinador de UPyD, Emilio Guerra, a acusar ahora a Imbroda de no aportar solución al problema de la reorganización del Ejército y a proponer la creación de una mesa informativa en la que estén presentes todas las fuerzas políticas, agentes sociales, Delegación del Gobierno y la Comandancia General.
Incluso, atendiendo a como se están desarrollando los acontecimientos en Ceuta, es posible que Imbroda sea el verdadero problema.
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No puedo ocultar mi simpatía por Unión, Progreso y Democracia. La solvencia intelectual de sus fundadores, la categoría moral de Rosa Díez y el dinamismo de sus simpatizantes han convertido a este pequeño partido en una referencia imprescindible de la política española. Es cierto que fue apoyado por 303.535 votantes y que obtuvo un solo escaño en las recientes elecciones generales, pero las extraordinarias circunstancias de su nacimiento, la falta de financiación económica, el deliberado desinterés de la mayoría de los medios de comunicación por informar de su existencia y actividades y el aislamiento al que intentaron confinarle los grandes partidos propiciaron que, sin perjuicio de su resultado electoral, se suscitara una adhesión colectiva hacia esta organización que para muchos simboliza la independencia política y la defensa de la unidad de España.
Al contrario de lo que piensan algunos enojados lectores, la independencia no es una situación de equidistancia con respecto a las ideas de los demás. No se es independiente por poseer una determinada opinión sino por disfrutar de plena libertad para formar y expresar unas ideas sin ser coaccionado por la disciplina de un partido, la posible pérdida de una prebenda o el miedo a la soledad.
Y esta independencia política es la que ha llevado al coordinador de UPyD, Emilio Guerra, a acusar ahora a Imbroda de no aportar solución al problema de la reorganización del Ejército y a proponer la creación de una mesa informativa en la que estén presentes todas las fuerzas políticas, agentes sociales, Delegación del Gobierno y la Comandancia General.
Incluso, atendiendo a como se están desarrollando los acontecimientos en Ceuta, es posible que Imbroda sea el verdadero problema.
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