Álvaro Ballesteros
Coordinador Política Exterior UPyD
Durante esta legislatura, Jose Luís Rodríguez Zapatero ha hecho referencia a Francia en varias ocasiones. En una entrevista reciente, incluso habla de que su objetivo es superar a Francia en renta per capita. Obviamente, Zapatero utiliza el ejemplo de Francia cuando le interesa y no ha dudado en fotografiarse con Chirac o Sarkozy repetidamente. Parece que Francia es su punto de referencia, aunque no en todo. La política exterior del gobierno Zapatero ha sido la de un inexperto amateur en comparación con la del recién llegado Presidente Sarkozy, que ha demostrado hasta ahora saber desenvolverse muy bien en la escena internacional.
Puede que Francia no sea el ejemplo a seguir en varios asuntos, pero hay que reconocer que su Presidente, al que Zapatero parece querer emular en distintos temas, no tiene miedo escénico ni problemas para tomar un avión y plantarse donde haga falta para defender los intereses de su país. Algo, que al Primer Ministro español parece darle pánico, visto lo escaso de su actuación exterior. Esta legislatura ha sido la de nivel internacional más bajo desde el inicio de la democracia en España, algo que Zapatero ha intentado ocultar apoyando iniciativas tan sumamente vagas y sin traducción a la realidad, como la Alianza de Civilizaciones o la más reciente Unión Mediterránea, o multiplicando la inversión española en programas de Cooperación al Desarrollo, lo cual está muy bien, pero que tampoco es hacer política exterior.
Para seguir con el caso de Francia, que tanta admiración le causa a Zapatero, es interesante mencionar que el Sr. Sarkozy acaba de hacer un viaje oficial por Asia Occidental donde ha cerrado contratos para empresas francesas por valor de más de 40.000 millones de Euros. En su gira por el Golfo Pérsico, el Presidente francés ha visitado Arabia Saudí y Qatar, y ha formalizado contratos multimillonarios en materias varias: industria militar, cooperación energética, venta de sistemas de comunicación, contratos para construir líneas ferroviarias, venta de material eléctrico, programas para construir plantas potabilizadoras y desalinizadoras, e incluso para construir una línea de metro en Riad, la capital saudí. La gira presidencial de Sarkozy se traducirá, pues, en multitud de empleos para los trabajadores franceses, lo que sin duda ayudará a la regeneración económica de su país.
Que bueno sería ver a Zapatero, o incluso a su ministro de Exteriores, aplicándose el cuento y haciendo un ejercicio similar en defensa de los intereses españoles en esta y tantas otras regiones del planeta de las que España sigue tan absolutamente ausente. Y es que aunque se multiplique la inversión en programas de Cooperación al Desarrollo y España sea uno de los principales contribuyentes a las arcas de la ONU, lo cierto es que seguimos siendo un actor internacional de segunda fila, sin unas líneas de política exterior claras, sin objetivos definidos ni hoja de ruta, y con acercamientos a líderes y Estados que no son los más aconsejables. Y sin embargo, seguimos invirtiendo en empresas como SANTANA Motor, con subvenciones millonarias y contratos estatales, por poner un ejemplo, sin que nuestros representantes intenten abrir nuevos mercados para nuestros productos y que se vendieran los coches de SANTANA (y tantos otros productos de empresas españolas) en mercados nuevos como el Cáucaso, Oriente Medio, Asia, África o América. Eso es participar de la globalización y hacer de España un actor de peso internacional, al tiempo que se multiplican los puestos de trabajo en nuestro país, y nuestros representantes nos convencen de que se ganan el sueldo que cobran.
Es una pena que Zapatero solo se fije en Francia a la hora de hacerse fotos y hacer declaraciones vacías de contenido. Es una pena que nos resignemos a tener únicamente políticos localistas que no saben moverse con soltura en un mundo como el actual. Las oportunidades están a nuestro alcance, sobre todo en un país con un potencial como el de España. Conseguir que nuestros políticos lo entiendan y elegir a aquellos que nos abran las puertas del siglo XXI puede ser uno de los grandes desafíos de la democracia española. Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Consigamos la madurez política que España necesita para crecer internacionalmente. De nosotros depende.
Durante esta legislatura, Jose Luís Rodríguez Zapatero ha hecho referencia a Francia en varias ocasiones. En una entrevista reciente, incluso habla de que su objetivo es superar a Francia en renta per capita. Obviamente, Zapatero utiliza el ejemplo de Francia cuando le interesa y no ha dudado en fotografiarse con Chirac o Sarkozy repetidamente. Parece que Francia es su punto de referencia, aunque no en todo. La política exterior del gobierno Zapatero ha sido la de un inexperto amateur en comparación con la del recién llegado Presidente Sarkozy, que ha demostrado hasta ahora saber desenvolverse muy bien en la escena internacional.
Puede que Francia no sea el ejemplo a seguir en varios asuntos, pero hay que reconocer que su Presidente, al que Zapatero parece querer emular en distintos temas, no tiene miedo escénico ni problemas para tomar un avión y plantarse donde haga falta para defender los intereses de su país. Algo, que al Primer Ministro español parece darle pánico, visto lo escaso de su actuación exterior. Esta legislatura ha sido la de nivel internacional más bajo desde el inicio de la democracia en España, algo que Zapatero ha intentado ocultar apoyando iniciativas tan sumamente vagas y sin traducción a la realidad, como la Alianza de Civilizaciones o la más reciente Unión Mediterránea, o multiplicando la inversión española en programas de Cooperación al Desarrollo, lo cual está muy bien, pero que tampoco es hacer política exterior.
Para seguir con el caso de Francia, que tanta admiración le causa a Zapatero, es interesante mencionar que el Sr. Sarkozy acaba de hacer un viaje oficial por Asia Occidental donde ha cerrado contratos para empresas francesas por valor de más de 40.000 millones de Euros. En su gira por el Golfo Pérsico, el Presidente francés ha visitado Arabia Saudí y Qatar, y ha formalizado contratos multimillonarios en materias varias: industria militar, cooperación energética, venta de sistemas de comunicación, contratos para construir líneas ferroviarias, venta de material eléctrico, programas para construir plantas potabilizadoras y desalinizadoras, e incluso para construir una línea de metro en Riad, la capital saudí. La gira presidencial de Sarkozy se traducirá, pues, en multitud de empleos para los trabajadores franceses, lo que sin duda ayudará a la regeneración económica de su país.
Que bueno sería ver a Zapatero, o incluso a su ministro de Exteriores, aplicándose el cuento y haciendo un ejercicio similar en defensa de los intereses españoles en esta y tantas otras regiones del planeta de las que España sigue tan absolutamente ausente. Y es que aunque se multiplique la inversión en programas de Cooperación al Desarrollo y España sea uno de los principales contribuyentes a las arcas de la ONU, lo cierto es que seguimos siendo un actor internacional de segunda fila, sin unas líneas de política exterior claras, sin objetivos definidos ni hoja de ruta, y con acercamientos a líderes y Estados que no son los más aconsejables. Y sin embargo, seguimos invirtiendo en empresas como SANTANA Motor, con subvenciones millonarias y contratos estatales, por poner un ejemplo, sin que nuestros representantes intenten abrir nuevos mercados para nuestros productos y que se vendieran los coches de SANTANA (y tantos otros productos de empresas españolas) en mercados nuevos como el Cáucaso, Oriente Medio, Asia, África o América. Eso es participar de la globalización y hacer de España un actor de peso internacional, al tiempo que se multiplican los puestos de trabajo en nuestro país, y nuestros representantes nos convencen de que se ganan el sueldo que cobran.
Es una pena que Zapatero solo se fije en Francia a la hora de hacerse fotos y hacer declaraciones vacías de contenido. Es una pena que nos resignemos a tener únicamente políticos localistas que no saben moverse con soltura en un mundo como el actual. Las oportunidades están a nuestro alcance, sobre todo en un país con un potencial como el de España. Conseguir que nuestros políticos lo entiendan y elegir a aquellos que nos abran las puertas del siglo XXI puede ser uno de los grandes desafíos de la democracia española. Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Consigamos la madurez política que España necesita para crecer internacionalmente. De nosotros depende.
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