15/9/13

Regenerar la democracia… También en Melilla

En UPyD llevamos desde 2007 proclamando una necesidad imperiosa para nuestro Estado. La democracia se ha degradado en tal extremo, que en estos momentos no es más que un maquillaje, una capa de pintura que cubre multitud de vicios ocultos que la convierte en una máquina al servicio y acomodo de quienes la manipulan bajo el amparo de una discutible legalidad.

El sistema está caduco, podrido, atrofiado, como consecuencia de la utilización torticera y fraudulenta del marco normativo que lo sustenta. Sí, la ley, esa herramienta indispensable para el buen orden social, político y económico de una comunidad, que sin embargo, es “lanza” justificativa de un aparato que está muy distante de servir al interés general. Y cuando el sistema no funciona, es atacado impecablemente por el “virus” de la corrupción, que no es más que una perversa alternativa de funcionamiento, eso sí, al servicio de unos pocos.
Y ese es el problema, que el interés de la ciudadanía fue relegado hace tiempo al ostracismo por quienes dicen ser sus representantes legítimos. Digamos que está “celosamente tutelado” hasta el extremo de dejar sin contenido su natural e histórica relevancia. A partir de ahí, todo ha sido “coser y cantar” para fabricar una división de poderes al gusto; un espejismo, toda una encerrona a la libertad.
Llegados a esa situación, la democracia no es más que una “casa vieja” que se le viene el “techo” encima. Los usurpadores, han construido un mundo paralelo, entramado de privilegios, para dar cobertura a sus clanes oligárquicos bajo fórmulas arbitrarias, injustas, que siempre tratan de legitimar con una especie de “ingeniería legal” que además les convierte en la inmensa mayoría de los casos en seres superiores, inmunes, acaparadores de un poder absoluto que no les corresponde.
Se trata, de devolver al pueblo lo que es del pueblo. Regenerar es revivir, reanimar, recuperar algo que se está muriendo y se lleva tras de sí el futuro y el porvenir de la mayoría.
Pero reivindicar lo que parece obvio, es toda una afrenta para quienes dejando las cosas como están, disfrutan de un estatus de privilegios, controlan, dirigen y manejan, en una posición de franca ventaja que no están dispuestos a devolver.
Todavía nos queda la capacidad de decidir cada cuatro años, aunque bien es cierto que dentro de unas reglas “trucadas”, hechas “por y para” beneficio de los alternantes de costumbre, donde la representatividad real brilla por su ausencia.
Pero, aún así, todavía queda un resquicio para la esperanza, donde los ciudadanos podamos dar cumplida respuesta a quienes nos mienten, engañan, especulan con el dinero público y convierten en suyo lo que es de todos.
Parece que en España se ha iniciado un cierto movimiento de regeneración democrática, y aquí, en Melilla, no nos podemos quedar atrás. Autoridades, políticos y gestores incompetentes nos han hecho perder muchas veces el “barco” de la modernidad a lo largo de la historia. Sería nuestra condena volver a permitirlo.

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