29/12/10

Las "excelencias" de Robles

Son tantos los escándalos y las evidencias de una pésima gestión política en el deporte melillense, que cuando el consejero del área, Sr. Robles, se atreve a asomar la cara, no para dar explicaciones de tanto descalabro, sino para hablarnos de una supuesta “excelencia” en las instalaciones deportivas, “se nos pone los pelos de punta” y no damos crédito a tanta desfachatez política; propia por cierto, de dirigentes que están acostumbrados a obrar en absoluta impunidad.
Hemos denunciado muchas veces, que el deporte municipal, está regido por el amiguismo, sin criterios profesionales y bajo la batuta e impulsos caprichosos del consejero. Una persona, que lleva años dilapidando y derrochando muchos millones de euros anuales.
No hay ni una sola instalación deportiva en Melilla, que no haya sido motivo de controversias, denuncias o no tengan deficiencias en su funcionamiento, que no hayan causado polémica en su construcción o en su gestión posterior. Seguimos, a pesar de los años transcurridos, sin una planificación de los servicios deportivos municipales, y lo que es más grave, sin definir y promocionar el deporte escolar desde el ámbito público, cuya competencia y responsabilidad reside en el Ayuntamiento.
Pero como ustedes bien conocen, el consejero y este gobierno del Sr. Imbroda, apuestan más por los eventos-festivos como la Semana Náutica, o por hacer repartos a través de subvenciones y convenios de forma discriminatoria, injusta y desproporcionada entre aquellos estamentos más afines o sumisos a sus directrices partidistas.
El modelo de gestión actual, desde la propia consejería, al arbitrio de un señor, sin un órgano especializado y profesional, es impropio de municipios de más de 50.000 habitantes en España. La consejería de deportes, es el área más oscura y opaca de todo el ayuntamiento, por donde el dinero público fluye sin rigurosidad en su control, a juzgar por los últimos escándalos que son de dominio público porque son la comidilla de los ciudadanos.
El asunto de la Federación Melillense de Fútbol, es un escándalo de dimensiones que todavía no podemos calibrar. Las denuncias y pruebas aportadas por parte del gerente de TV Melilla, sobre supuestas prácticas anómalas con el dinero que se percibe del Ayuntamiento, son de tal calado y peso, que tendrían que haber forzado ya una investigación seria por parte de la administración local, que si por algo se está caracterizando en este affaire, es por su pasividad y negativa a poner en marcha los procedimientos lógicos que el caso requiere.
UPyD, ya solicitó en su día la suspensión cautelar del convenio con la FMF y la remisión a la Intervención General del Estado de los documentos necesarios para apertura de un expediente tendente a la solicitud de reintegro, si fuese procedente, de las anteriores aportaciones de dinero público a esa entidad, conforme dispone el Reglamento de la Ley 38/2003 General de Subvenciones.
Desde nuestra perspectiva política, poco nos importa como se gestiona o gasta sus recursos una entidad privada como la FMF, ahora bien, estamos hablando de un organismo al que se le viene inyectando más de 500.000 euros anuales a través de diferentes vías, al que Robles, le aumentó esa aportación de forma caprichosa e injustificada de 60.000 euros a 280.000 de golpe, hace algunos años.

En este lamentable y bochornoso espectáculo, sólo existe un responsable político, y es Juan José Imbroda, que de forma incomprensible, no cesó en su día al incompetente consejero de Deportes, no abrió la investigación oportuna y no ha dado las explicaciones que la grave situación generada requiere.
De este desmán, donde parece, según las denuncias, la FMF está haciendo un uso irregular y nada claro del dinero público, de ser ciertas, se pueden derivar muchas responsabilidades posteriores, cuya calificación corresponderá a los tribunales de justicia; pero de momento, las políticas no quieren ser asumidas, lo que nos obliga a pensar que desde el ejecutivo del Sr. Imbroda, existe una clara connivencia, un sospechoso miedo y una complicidad incomprensible a los ojos de la ciudadanía.

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