Imbroda ha vuelto a “meter la gamba” como consecuencia de su más que torpe capacidad dialéctica. Y es que el alcalde, la verbigracia, la tiene, sobre todo, a la hora de contar chistes malos frente a un auditorio agradecido por sus beneplácitos. Su discurso, ante la ministra y representantes de las políticas culturales autonómicas, fue para “ponerle un marco” y dejarlo en la mesita de noche de quien quiera flagelarse.
Habló de “laboratorio de religiones”, haciendo distinciones extemporáneas que originarán polémica. Pero fundamentalmente, Imbroda hizo hincapié en lo suyo; es decir, las obras, refiriéndose a las inversiones en las murallas del Pueblo. Para él, ahí acaba, por lo visto, la cultura melillense. Una pena para el PP local, porque me consta que tienen personas que saben perfectamente el significado de esa palabra.
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