Emilio Guerra
Hemos dado en Melilla un nuevo paso, innovador, hacia la caverna profunda del bipartidismo pervertido. Ahora, el PP y el PSOE pasan a segundo plano, ahora la oligarquía imperante da colorido a otra variedad: “los querellados y los querellantes”.
No sabemos si esa actitud, es generosa, y trata fundamentalmente de eliminar las tasas de paro entre los profesionales de la abogacía, o por el contrario, obedece al capitulo de agravios y ofensas que un ser humano es capaz de soportar. En todo caso, hay un oportunismo político que “canta por bulerías”, y miren que me extraña, porque precisamente en el PP –hoy querellantes, aunque mañana pueden ser querellados- no destacan precisamente por ese olfato habilidoso, tan ampliamente desarrollado y extendido entre los ávidos socialistas.
La judicialización de la vida política, es otra de las muchas lacras que tenemos que soportar de la actual clase apoltronada en el poder. Por desgracia, no saben hacerlo de otra manera. Carecen de otros recursos que no sean el insulto, la amenaza, la injerencia en la vida personal, el dislate o la demagogia de saldo.
Al final, todos en el juzgado, alimentando innecesariamente la enorme carga de trabajo de los profesionales de la justicia, que imagino, estarán hasta el “gorro” de tanta irracionalidad.
Hemos dado en Melilla un nuevo paso, innovador, hacia la caverna profunda del bipartidismo pervertido. Ahora, el PP y el PSOE pasan a segundo plano, ahora la oligarquía imperante da colorido a otra variedad: “los querellados y los querellantes”.
No sabemos si esa actitud, es generosa, y trata fundamentalmente de eliminar las tasas de paro entre los profesionales de la abogacía, o por el contrario, obedece al capitulo de agravios y ofensas que un ser humano es capaz de soportar. En todo caso, hay un oportunismo político que “canta por bulerías”, y miren que me extraña, porque precisamente en el PP –hoy querellantes, aunque mañana pueden ser querellados- no destacan precisamente por ese olfato habilidoso, tan ampliamente desarrollado y extendido entre los ávidos socialistas.
La judicialización de la vida política, es otra de las muchas lacras que tenemos que soportar de la actual clase apoltronada en el poder. Por desgracia, no saben hacerlo de otra manera. Carecen de otros recursos que no sean el insulto, la amenaza, la injerencia en la vida personal, el dislate o la demagogia de saldo.
Al final, todos en el juzgado, alimentando innecesariamente la enorme carga de trabajo de los profesionales de la justicia, que imagino, estarán hasta el “gorro” de tanta irracionalidad.
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