Emilio Guerra
Arturo Esteban, Presidente de la Autoridad Portuaria de Melilla, y como saben, Presidente del Partido Popular en la ciudad, ha manifestado públicamente que todo lo argumentado por el delegado del Gobierno, Fernández Chacón, para oponerse a la apertura de la nueva Estación Marítima del Puerto es “mentira”, acusándolo también de ser víctima de un “ataque de celos”.
Como ciudadano, observo ciertas desavenencias especialmente graves entre dos instituciones de relevancia; aunque más bien diría, entre los responsables de ambas, que lejos de coordinar esfuerzos por el bien general de aquellos a los que se deben y representan, continuamente se contradicen y desautorizan, para menoscabo de su credibilidad y confusión permanente entre la población melillense.
De manera que los usuarios y sufridos viajeros, a tenor de lo hecho público por la máxima autoridad gubernativa y representante del Gobierno socialista del Estado Español, la mencionada Estación, carece de los servicios necesarios; entre ellos, el suministro de energía eléctrica.
Para más abundamiento, reitero, el también responsable político directo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, alega el desconocimiento de los Planes de Emergencia para el edificio principal e instalaciones aledañas, requisito obviamente imprescindible para que puedan garantizar la seguridad de los ciudadanos. Es decir, desaconseja su aparente inmediata apertura, porque entre otras cosas, la nueva estación sólo está conectada con un muelle de atraque, circunstancia que generaría dificultades y notables molestias.
Casi estaba convencido de las rotundas explicaciones oficiales, cuando Arturo Esteban aparece en escena mediática para rebatir al Delegado del Gobierno sus manifestaciones, porque lo que a nadie se le escapa es que la Estación Marítima, es y seguirá siendo, elemento importante en el discurso electoralista hasta ahora planteado y también en el que nos aguarda, para desespero general.
Así que la duda, nos devuelve a la incertidumbre inicial, o simplemente a confiar en aquellos colores o signos partidistas que más nos agraden, aunque sólo sea por una cuestión de fe.
Si usted es fiel seguidor del Partido Popular, ya sabe que todo está listo, preparado y conforme a las mejores calidades, no debe preocuparse de nada.
Si por el contrario es socialista de convicción, tenga cuidado, porque no está prevista su seguridad o quizás pueda quedarse sin luz cuando suba las escaleras mecánicas con las pesadas maletas de rigor.
Finalmente, los “desafortunados” que no apostamos, ni por unos ni por otros, sin que nos llegue la “iluminación”, quedamos aparcados en el llamado “limbo” o en la “inopia”, a la espera de poder aplicar aquello de “ver para creer”.
Existen “juegos” políticos desafortunados y poco serios, como es el caso, pero nada me asombra de un sistema absolutamente devaluado y pervertido, donde no existen más reglas que las de perpetuarse en los privilegios de los cargos y el servicio público es tratado como asunto de mercadeo para atraer al votante.
El día que seamos capaces de encontrar algo que nos una, algo en lo que coincidir y trabajar para mejora y provecho de la ciudadanía, sin que nos de vergüenza ni reparo hacerlo juntos, comenzaremos a progresar de verdad, avanzaremos en la necesaria regeneración democrática y daremos un paso para ganarnos el respeto debido.
Como ciudadano, observo ciertas desavenencias especialmente graves entre dos instituciones de relevancia; aunque más bien diría, entre los responsables de ambas, que lejos de coordinar esfuerzos por el bien general de aquellos a los que se deben y representan, continuamente se contradicen y desautorizan, para menoscabo de su credibilidad y confusión permanente entre la población melillense.
De manera que los usuarios y sufridos viajeros, a tenor de lo hecho público por la máxima autoridad gubernativa y representante del Gobierno socialista del Estado Español, la mencionada Estación, carece de los servicios necesarios; entre ellos, el suministro de energía eléctrica.
Para más abundamiento, reitero, el también responsable político directo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, alega el desconocimiento de los Planes de Emergencia para el edificio principal e instalaciones aledañas, requisito obviamente imprescindible para que puedan garantizar la seguridad de los ciudadanos. Es decir, desaconseja su aparente inmediata apertura, porque entre otras cosas, la nueva estación sólo está conectada con un muelle de atraque, circunstancia que generaría dificultades y notables molestias.
Casi estaba convencido de las rotundas explicaciones oficiales, cuando Arturo Esteban aparece en escena mediática para rebatir al Delegado del Gobierno sus manifestaciones, porque lo que a nadie se le escapa es que la Estación Marítima, es y seguirá siendo, elemento importante en el discurso electoralista hasta ahora planteado y también en el que nos aguarda, para desespero general.
Así que la duda, nos devuelve a la incertidumbre inicial, o simplemente a confiar en aquellos colores o signos partidistas que más nos agraden, aunque sólo sea por una cuestión de fe.
Si usted es fiel seguidor del Partido Popular, ya sabe que todo está listo, preparado y conforme a las mejores calidades, no debe preocuparse de nada.
Si por el contrario es socialista de convicción, tenga cuidado, porque no está prevista su seguridad o quizás pueda quedarse sin luz cuando suba las escaleras mecánicas con las pesadas maletas de rigor.
Finalmente, los “desafortunados” que no apostamos, ni por unos ni por otros, sin que nos llegue la “iluminación”, quedamos aparcados en el llamado “limbo” o en la “inopia”, a la espera de poder aplicar aquello de “ver para creer”.
Existen “juegos” políticos desafortunados y poco serios, como es el caso, pero nada me asombra de un sistema absolutamente devaluado y pervertido, donde no existen más reglas que las de perpetuarse en los privilegios de los cargos y el servicio público es tratado como asunto de mercadeo para atraer al votante.
El día que seamos capaces de encontrar algo que nos una, algo en lo que coincidir y trabajar para mejora y provecho de la ciudadanía, sin que nos de vergüenza ni reparo hacerlo juntos, comenzaremos a progresar de verdad, avanzaremos en la necesaria regeneración democrática y daremos un paso para ganarnos el respeto debido.
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