Ya ha comenzado el “tiqui-taca” de la política melillense. Lo que al fútbol es sinónimo de calidad y belleza plástica, aquí se traduce por “manejo, cambalache y movimiento especulativo”, que tratándose de balón, bien estaría, pero cuando hablamos de los ciudadanos y sus necesidades primarias, resulta poco menos que abominable.
El “mercado” –muy similar en algunos casos al Medieval- quedó inaugurado con toda su parafernalia, siendo los charlatanes las figuras más destacables, ya que hacen de sus proclamas y pócimas milagrosas un instrumento para la venta, promesa, prebenda o el estipendio.
El intento por “canalizar” el sentido del voto en un sentido u otro, es algo lícito dentro de los parámetros que toda sociedad libre articula. El problema, es cuando la picaresca sortea burlonamente las normas establecidas, y además, fallan estrepitosamente los mecanismos de control. Entonces, el sistema se bloquea, y bajo un disfraz de legalidad, se cometen todo tipo de irregularidades hasta descomponer el término de aquello que siempre hemos considerado como democracia.
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