9/7/10

Ciudad bananera

Resulta bochornosa la actitud y comportamiento del consejero de Deportes -tan aficionado siempre a empalagosas y náuticas puestas en escena- como “esconde ahora el tipo” cuando el asunto de las denuncias sobre posibles corruptelas en la Federación de Fútbol –generosamente mimada por él con 340.000 euros- le obliga, según su responsabilidad y sueldo mensual, a dar explicaciones públicas y abrir una investigación exhaustiva.

Las limitaciones del Sr. Robles, así como sus debilidades o amigos, y la especial tendencia a generar conflictos en el Gobierno que le ampara y cobija, quedan de nuevo en evidencia. Su silencio, es tan atronador como su manifiesta incompetencia; pero ya saben ustedes que para desgracia de todos, la gestión del deporte municipal está en manos de una persona sectaria y caprichosa, que lleva años confundiendo la administración deportiva municipal, con la organización de verbenas, entrega de trofeos y puestas de insignias.
El árbitro y sindicalista Sánchez Cano, ha difundido en la televisión pública –INMUSA- acusaciones, que de ser ciertas y demostrables, deberían transcender al ámbito de lo judicial, provocando posicionamientos y responsabilidades políticas claras, ya que como es sensato y obligado, el dinero de los ciudadanos debe ser fiscalizado y cuidado con esmero, vigilando muy bien, a quién y para qué fines se comprometen.

Dicho lo anterior, siendo siempre respetuoso con la presunción de inocencia de los posibles implicados, a la espera de las aclaraciones o resoluciones que el nuevo affaire de la Federación de Fútbol y sus dirigentes pueda dar lugar, para que ustedes se puedan situar con el ejemplo, podría ser –repito, si se demuestra- que los melillenses, con el dinero de todos, estaríamos patrocinando a un organismo cuyos gestores adulteran y manipulan la competición, e incluso, han podido influenciar o “mover los hilos” para que la U.D. Melilla, después de una brillante temporada no ascienda de categoría.

Tan graves, de momento suposiciones recogidas en la prensa –a las que conforme pasan los días se unen más denunciantes- merecen una explicación pública y urgente de nuestras autoridades, salvo se confirme mi irreverente apreciación de que vivimos en una “república bananera”.

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